Pescaíto, sigue nadando en las más altas esferas

Pescaíto, sigue nadando en las más altas esferas

 

Desde aquí y conmigo el primero, todos los españoles, estamos ejerciendo de “jueces frustrados” presos de la ira y de la rabia por la empatía que nos has contagiado en tan solo doce días desde que te diste a conocer por salir de tu pecera habitual, de tu día a día, de tu liga regular.
Doce largos días en los que, además de conocerte a ti, Gabriel, hemos tenido la suerte de conocer a tus padres. Los dos nos han demostrado momento a momento el conocimiento de la liga en la que jugaban, el saber quién era su mejor nadador y el confiar en que ibas a tocar la meta con tu sonrisa para deleite de todo tu público, de todos nosotros, de todos los españoles y españolas que únicamente queríamos verte volver a ganar tu competición, tu batalla y tu lugar en el mar.

Con mi humilde y más sensata experiencia en el mundo del deporte, he de decirte, Pescaíto, que el ganar es el máximo logro, pero que la derrota es una de las cosas que más presente hemos de tener. Esta derrota no ha llegado ni llegará nunca, porque que no nos haya hecho felices tu fatídica meta no significa que sea culpa de tu entrenamiento, sino de todo lo contrario. Entramos en mar revuelto, como te gustaría a ti que lo llamáramos, pero es culpa de la rival en tu competición, de esa derrota difícil de asumir pero que se entiende cuando escuchamos a la persona que juega en una división superior a la de todas y todos nosotros, una liga que no entendía ni yo mismo al comienzo de mis palabras.
Esta liga la encabeza tu madre Patricia; asumiendo, controlando y despejando tu dura realidad hacia el mar que tú solo le enseñaste, el mar en calma de tu sonrisa, de tu sencillez y de tu obediencia. He de reconocerte el punto de inflexión conseguido por tu madre, unas aguas turbias de ira, rabia y desolación que ha conseguido compensar con tu recuerdo y con lo que te volvía a reconocer al principio de mis líneas, la empatía que has conseguido que nos llegue.

Creo y pretendo haber conseguido seguir la “marea” propuesta por tu madre, de lo contrario te pediría un segundo entrenamiento acuático para llegar a comprender el nivel humano que le dejas tras tus ocho años. Es increíble, admirable y para NO PERDER NUNCA TU CORRIENTE, PESCAÍTO.

 

Iñaki López Vera


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