La polémica arbitral y las decisiones del VAR portagonizaron el derbi de las dos caras.
El Villarreal llegaba a Orriols y mostró su mejor versión en mucho tiempo, el mejor juego que se le recuerda bajo la dirección de Calleja y una primera parte que rozó la excelencia. El dominio absoluto y control de más del 70% de la posesión del balón dio paso a un primer gol tempranero de Gerard Moreno. El debutante Alberto Moreno encontró a Ekambi en un pase profundo a la espalda de la defensa granota desde el lateral izquierdo para que el delantero asistiera a placer en el área pequeña y pusieran el 0-1 en el minuto 3.
Las ocasiones se sucedían en el área local, el Villarreal había encontrado en la espalda de Coke y Vezo una vía rápida de llegar a la portería contraria. Hasta cinco ocasiones manifiestas de gol tuvieron los visitantes en la primera parte, pero ninguna de ellas superó al portero y no aumentó la distancia.
El dominio era absoluto, la sensación de buen juego manifiesta, y la verticalidad y juego directo devolvían la frescura al juego que tanto se echaba de menos en los amarillos. El Levante no chutó entre los tres palos de Andrés Fernández hasta el minuto 42, un disparo sin peligro desde fuera del área de Campaña. El derbi se iba al descanso decantado pero con la sensación de seguir abierto, los visitantes no fueron capaces de anotar el segundo tanto a pesar de la superioridad.
La otra cara del partido llegó. El Levante salió con más frescura y creaba más peligro, se acercaba más al área y buscaba el empate.
El encuentro se equilibró, aunque los amarillos seguían llegando con peligro claro pero sin finalización de cara a gol.
De pronto entró el árbitro en escena y cambió el guión del encuentro. Cogió protagonismo señalando un riguroso penalti de Ekambi que no consideró como tal en directo y tuvo que ir a revisarlo al VAR. Esto no quedó ahí, ya que tras parar la pena máxima Andrés Fernández y mantener el 0-1, el colegiado ordenó repetir el lanzamiento por la nueva normal del reglamento con la que consideró que el portero amarillo se adelantó a la línea de gol. Ni el guardameta, ni los futbolistas ni el banquillo del Villarreal daban crédito. Pero el Levante disponía de otro penalti que sí transformó a la segunda, puso el 1-1 y se entró en un bucle de locura en el césped.
Minutos después Andrés sacaba en corto dentro del área pequeña con sus centrales, pero un control largo hizo que se le echara encima el delantero Roger y en una acción cuanto menos dudosa por quién entra a quién, el árbitro volvió a señalar el punto de penalti. La revisión en las imágenes no esclarecía si era más falta de Roger al robar el balón o más dureza del portero al despejarlo. La cuestión es que el colegiado no dudó, el tercer penalti de la noche en menos de diez minutos lo rozó el guardameta pero no pudo impedir que se convirtiera en gol.
Todo había cambiado por dos acciones muy polémicas y tres penaltis cuanto menos dudosos.
Poco tiempo quedaba más, por lo que Calleja dio entrada a Bacca y al recién incorporado Javi Ontiveros para buscar como mínimo sumar un punto. Los jugadores ya acusaban el cansancio y la tensión de la polémica y no llegaban con la claridad de la primera mitad. Fue Ontiveros el gran punto positivo, quien en tan solo 10 minutos de juego provocó cuatro ocasiones claras con disparos que se fueron muy cerca de convertirse en el empate.
Tras un descuento ínfimo a comparación con el tiempo perdido en los tres penaltis, las revisiones del VAR y todos los cambios, los tres puntos del derbi se quedaban en casa y el Villarreal se iba de vacío a pesar de volver a mostrar su mejor versión del juego en muchos tramos del partido.
Esta es la parte positiva con la que se quedaron el míster Calleja y Andrés Fernández en las declaraciones post-partido. Ambos coincidieron en que el árbitro les había perjudicado y en que lo riguroso que había sido con los penaltis “era porque no había sido portero nunca en su vida”. Además, sobre el VAR, el portero no dudó en cuestionarlo: “No sé si en el VAR miran el escudo del equipo o realmente la jugada”.
El derbi valenciano de las mil caras provocó el enfado mayúsculo en el Villarreal y la primera victoria liguera del Levante U.D.