El periodista Antonio Pampliega se abre y me relata una de las historias más trágicas de la profesión con desenlace feliz.
Viajó a Siria para cubrir como corresponsal de guerra el conflicto del país, con lo que nunca hubiera contando es con lo que supuso irse. Partir para hacer periodismo le costó más de 10 meses de secuestro y torturas de Al Qaeda por una traición al mejor postor.
Todo lo que sigue en la historia ya lo habéis escuchado de la boca del secuestrado, del periodista, del humano y del valiente.
Así es, así ocurrió y tal cual os lo expresa el protagonista. Sin tapujos, sin heroicidades y con la más absoluta de las realidades.
Mis más sinceras condolencias y apoyo a todas las víctimas mortales, a los heridos y a Barcelona.
Después de este atentado y catástrofe mundial, todas nuestras fuerzas se unen en la dirección contraria a la violencia terrorista y a combatirla desde nuestra unidad.
Hace apenas un par de semanas era yo mismo el que me encontraba en las Ramblas y disfrutaba de uno de los lugares más especiales de Barcelona y de España. Ahí, en el mismo lugar elegido por unos desalmados para sembrar el terror, un pánico con el que ni estamos acostumbrados a convivir ni nos resignaremos nunca a aceptar.
Antes de hacerle la entrevista a Pedro Martínez, las Ramblas era el sitio elegido por mí para poder sentir esa particularidad tan característica del paseo. Lo que viví fue una gran atmósfera de ruido, gente, turistas y mucha actividad. Precisamente esto es lo que nunca, por mucho daño con el que pretendan atentar, dejará de desprender las Ramblas, Barcelona y España.
A partir de ahora, las Ramblas tienen que seguir siendo el icono que siempre han sido, sin ningún ápice de resignación.